De desayunos a lo grande. De los zumos de naranja gigantes. De tostadas con aceite. De tortitas con chocolate. De desayunos en la cama. Y de llevarte el desayuno a la cama, si vienes, también.
De andar siempre con prisas. De mil cosas para hacer. De 24 horas que ojalá fuesen 36. De encontrar tiempo para verte, también.
De mil ideas en la cabeza. De no parar ni para comer. De escribirlo todo de una vez. De no decírtelo que eso cuesta un mundo, también.
De pocas palabras a veces. De no callarte la boca después. De mirar poco a los ojos por eso de que la timidez. De mirarte a ti más que nunca, también.
De chocolate a montones. De chocolate a cualquier hora. De todos los formatos del mundo. De tomarlo contigo, también.
De dormir sin calcetines. De adorar el piel con piel. De nunca dormir destapada. De disfrutar estrenando pijama. De quitármelo todo contigo, también.
De posponer la alarma mil veces antes de levantarme. Y si es contigo, también. Qué digo también, si es contigo más.
Cualquier momento es bueno, cualquier excusa es buena, pero no vale cualquiera, si es contigo, mejor también.
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