Esas cosas.
Las que te hacen querer gritarle al mundo que gracias.
Las que olvidas, sin querer.
A las que restas importancia.
Las que, de forma consciente o inconsciente,
han sido el motor de tus mañanas.
Cuando creías olvidar, por un segundo,
que seguía habiendo motivos para continuar siendo tú.
Para seguir construyendo,
en el camino
-correcto o incorrecto, pero siempre tuyo-
la vida.
No agradecemos lo suficiente esas cosas,
que al fin y al cabo,
nos hacen la vida.
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